lunes, 5 de julio de 2010

Aquellos "maravillosos" años.

Era 1955, la compré pagando una entrada de mil pesetas, el resto se tenía que pagar a plazos mensuales, cada uno de ochocientas pesetas, creo que el total de la compra estaba próximo a doce mil pesetas. Después de un poco tiempo le acoplé un sidecar, de esta manera podíamos ir en ella la familia, yo conducía, Mercedes se sentaba detrás de mi, delante y de pie Merceditas, en el sidecar subíamos a José y Juan, Javier lo dejábamos en casa con la muchacha porque era muy pequeñito. "Qué valiente era la VESPA".

Recuerdo que un día saliendo de el mercado delante de mí, iba un grupo de mujeres jóvenes; una de ellas era la Srª. de un trabajador que estaba empleado en nuestra empresa; no se habían dado cuenta que yo estaba tras de ellas. Esta Srª iba diciendo,
-el Sr. Piqueras se ha comprado una Vespa, pero la ha comprado a rayas,
se refería a que era pagada a plazos, entonces yo le dije,
-señora, si es verdad que la pago a rayas, aunque podría pagarla al contado, pero yo no quiero sacar dinero del negocio aunque así me cueste algo mas; y no te preocupes que no me he enfadado contigo porque al fin y al cabo has dicho la verdad.

Ya motorizados pensamos hacer las vacaciones con nuestra flamante motocicleta. Llegó el mes de julio y pensamos ir a las fiestas de San Fermín a Pamplona. Llos niños quedaron en casa con la sirvienta. El mismo día de San Fermín muy temprano salíamos con nuestro vehículo con un maletín en la parte delantera con un soporte que se había puesto para este fin. En la parte posterior de sidecar había un porta equipajes donde colocamos otra pequeña maleta. De esta manera nos lanzamos por esas carreteras en busca de unas vacaciones felices. Nuestra primera parada la hicimos en la Panadella nos tomamos un bocadillo y café, cogiendo nuevamente la carretera dirección Lérida; aquí tomamos otro café y continuamos dirección Zaragoza parando en Fraga, Bujaraloz y ya mas tarde Zaragoza. Pasamos al centro de la capital nos sentamos en la terraza de un café, bebimos una coca-cola, para después marchar hasta Tudela, donde hicimos noche. Hasta aquí nos costo mucho el llegar, ya que encontramos un viento muy fuerte de cara, el cual me impedía seguir manteniendo una marcha uniforme con la moto; ésta era poco potente para poder superar la fuerza de aquel viento. Por fin llegamos; ya estaba oscureciendo. Cenamos, fuimos a dormir y, al día siguiente, camino de Pamplona, donde llagábamos al medio día.
Buscamos Hotel. Todos estaban ocupados y en uno de ellos nos dijeron que no había habitación en el hotel, pero que nos podían dar alojamiento en una casa particular. No tuvimos otra alternativa más que aceptar. Nos acompañó un botones hasta el domicilio donde pasaríamos dos noches, allí dejamos el equipaje, nos fuimos a dar una vuelta por la ciudad para después de cenar marchar a dormir. En esta casa nos dieron una habitación con cama matrimonial, nos desnudamos para dormir metiéndonos en la cama, esta, cuando estábamos dentro con el peso de nuestros cuerpos el colchón toma la forma igual a una hamaca, como íbamos muy cansados pudimos dormir unas horas, pocas, porque teníamos que madrugar para ir a ver los encierros de los toros. Madrugamos bastante para poder coger sitio estratégico para ver bien esta fiesta donde los mozos corren delante de los toros. Esto era como un hormiguero de personas que no paraban: unos para acá, otros para allá, cantando y bailando; en sus caras se les notaba el cansancio pero ellos aguantaban. Algunos llevaban sus botas de vino, que cuando se terminaba este las rellenaba desde unas garrafas que algunos transportaban, otro las rellenaban en las tabernas. Muchos, ya rendidos de tanto beber saltar y dar vueltas por la ciudad, caían rendidos en las plazas o parques y allí se pasaban unas horas para después comenzar de nuevo sus juergas. Por la tarde fuimos a los toros desde la plaza del ayuntamiento salimos andando hasta la plaza acompañando a las peñas que cada una llevaba de acompañamiento su charanga (orquesta).

Después de haber visto la corrida hicimos un recorrido por la ciudad para después ir a cenar y dormir pronto, pues queríamos salir bien de mañana para emprender viaje camino de San Sebastian, pasando por el puerto de Aspiroz. Con gran desnivel de subida como de bajada, ésta fue la peor pues era tan fuerte que la moto frenaba con la marcha primera y usaba ambos frenos el de la rueda trasera y la delantera; tuve que parar varias veces por que el freno se calentaba mucho y desprendía olor a quemado. Llegamos por fin a San Sebastian recorriendo varias de sus calles y fuimos hasta la concha para después seguir nuestra ruta hasta Bilbao. Aquí me cambiaron las zapatas de los frenos de la vespa pues casi no frenaban, este trabajo se hizo en muy poco tiempo. Hicimos igual que en San Sebastian: nos dimos unas vueltas por la ciudad y seguimos hasta Castro Urdiales. En esta bella ciudad quedamos para dormir.
Cuántos Sitios bonitos pude admirar mientras corría Kilómetros y mas Kilómetros con esta pequeña motocicleta. Era tanta la belleza que iba descubriendo que ahora me parece que fue un sueño. Me estaba adentrando en Cantabria, con sus prados y sus costas maravillosas. Fue algo supremo poder admirar tanta belleza de la naturaleza, seguimos ruta Laredo, Santoña, Santander, Torrelavega y Santillana, desde aquí seguimos por la costa, Comillas, San Vicente de la Varquera, Llanes, Ribadesella, Colunga, Villaviciosa y Gijon donde hicimos noche.
El día siguiente continuábamos nuestro viaje dirección Galicia. Pasamos por Avilés, Cudillero, Luarca, Navia y Castropol. Ahora ya entramos en Galicia Provincia de Lugo. En Ribadeo dejamos la costa y seguimos por el interior camino de la Coruña, pasando por Mondoñedo, Villalva, aquí se encuentra el parque nacional Conde de Villalva. Por esta carretera donde había una subida con muchas curvas se divisaba un panorama digno de plasmar en un cuadro. Yo desde la moto, observaba el paisaje como si fuese a vista de pájaro con sus vacas en los prados y horizontes que a veces se cortaba por montañas completamente verdes tras las cuales se estaba ocultando el sol. Siempre lo recordaré: lo llevo en mi mente como si lo hubiese grabado en fotografía; es una pena que yo no sepa pintar para trasladar en cuadro aquella visión tan estupenda.
Aunque era el Mes de Julio por allí ya atardeciendo y bastante altura sobre el nivel del mar se notaba frescor; mejor dicho: yo llegue a sentir frío. Llegamos a Betanzos ya estábamos próximos a la Coruña hasta esta ciudad nos dirigimos para pasar la noche.

Al día siguiente visitamos parte de la ciudad y marchamos camino de Santiago De Compostela pasando por el interior de la población pero sin detenernos, siguiendo hasta un pueblo llamado Esclavitud. Quise ir a este pueblo porque una vez que iba con el camión paramos a comer en un restaurante de esta población donde comimos mucho y muy bueno por muy poco dinero. Cuando salimos de Coruña le dije a Mercedes: vamos a ir a comer a un pueblo que se come muy bien y muy barato. Llegamos a ese restaurante. Nos dijeron qué queríamos comer. No nos dieron lista escrita del menú, pero sí de palabra nos ofrecieron las cosas que ese día tenían para comer. Elegimos nuestro menú, comimos muy bien, pero de barato nada. Nos costo muy caro pero no quise quejarme por que la comida era muy buena. Creo que como no éramos camioneros nos aplicaron otra tarifa. Después de comer, camino de Villagarcía de Arosa, llegando ya a media tarde después de haber dejado el equipaje en el Hotel Carballines, fuimos hasta Carril visitamos a nuestros amigos Constante Silva y familia. Nos dieron de merendar y desde el comedor de esa casa pudimos admirar una bella puesta de sol de las que yo ya había disfrutado muchísimas veces. Era maravilloso con aquellos cambios de color en el firmamento que iban cambiando de formas a medida que el sol iba desapareciendo por el horizonte. A la noche quise ir hasta el puerto donde había un pantalán de madera que es donde atrancaban los barcos que venían de la isla de Arosa, allí acudía mucha gente con sus cañas de pesca. A a mí lo que me atraía hasta ese lugar no era la pesca ni ver llegar o marchar a la gente que iba o venia de la isla; lo que a mi me atraía era ver cuándo alguna barca pasaba cerca de allí la estela luminosa que arrastraba tras de si como si fuese fósforo decían que era producido por la riqueza de plancton que tienen esas aguas de las rías, esto era muy maravilloso sobre todo las noches de luna nueva y cuando ya no había servicio de los ferrys que era cuando apagaban las luces, así en plena oscuridad daba gusto ver estas estelas que dejaban tras de si las embarcaciones.

(Memorias de Salustiano Piqueras en "Casi nada")1955.

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